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—¿Por qué te empeñas tanto en crear esa sombra?— preguntó Isamel.
— Joven, tanto las sombras como los colores son esenciales para dar vida a una obra de arte auténtica. Sin las sombras, los colores no podrían resaltar y mostrar el verdadero valor que poseen.— el hombre hizo una pausa y su mirada se posó en el joven. Luego extendió su mano.
—"Toma, Ismael"— le dijo ofreciéndole el pincel que sostenía entre sus dedos. — Es lo único que puedo ofrecerte.
¿Cómo podía aquel extraño conocer su nombre? Ismael se quedó en silencio, asombrado y confundido, mientras guardaba con cautela el pincel en el bolsillo de su campera.
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